jueves, 24 de marzo de 2011

Días y Días de Días en Días (Relatos Cortos 1)


No cabe duda alguna, que una pichanga con los amigos no hace mal de vez en cuando. Sobre todo cuando hay algún porro o trago previo y post del juego. Pero el último partido nos pasamos de la raya. Terminamos el peloteo, y gracias a dios, como no somos futbolistas profesionales, nadie nos esperaba con un doping a la salida. Ya que de ser así, nos hubieran expulsado del planeta fútbol para siempre. Terminamos el partido y busqué en la camioneta de pablo otra lata de cerveza, estaba borracho y quería anotar un gol en mi riñón. Nos subimos al vehículo y partimos rumbo a la casa de agustín, donde suponíamos seguir la borrachera. Paramos en una boti, camino a la farfana, y compramos dos promos de pisco con Limón soda. Y robamos un paquete hielo. Y robamos un paquete de snacks. Y robamos un puñado de comida para perros, que vendían en la misma botillería. Al salir de allí, íbamos riéndonos de todo, de las mujeres, de los estudios, burlándonos de recuerdos del pasado, de las drogas y todo eso. Cuando de repente, entre la oscuridad , (eran ya las 12 de la noche de un día de semana Laboral) apareció un sujeto en bicicleta justo en frente de nosotros. Pablo, quien iba manejando, trató de esquivarlo, pero fue imposible. La camioneta lo golpeo hacia adelante y luego, sin poder frenar , pasó por arriba de él. Pablo no detuvo la camioneta y nadie abrió la boca. En la radio sonaba una canción antigua de los Jaivas – “Todos Juntos” – cuando la apagué, y todos nos quedamos con las miradas perdidas. – Tenemos que devolvernos - decía agustín - en la parte de atrás de la camioneta. Pablo, sin quitar la mirada del espejo retrovisor, seguía conduciendo. Yo me desabroché el cinturón y abrí una botella de pisco. Le puse unos hielos y le serví bebida. – Tranquilos cabros – les dije – seguramente el compadre se levantó y partió a su casa, no hay de qué preocuparnos. Pablo seguía manejando muy serio, y le alcancé un vaso con copete. Se lo tomó de un solo trago. Cuando llegamos a la casa, Agustín y yo nos bajamos. Pablo prendió nuevamente la camioneta y se largó. Creo que debemos emborracharnos – me dijo agustín – yo estoy lo suficientemente borracho, pero todavía puedo un poco más.- le respondí. Y fumamos unos cigarrillos y nos tomamos las dos botellas de pisco y nos fumamos un porro y nos fuimos a dormir, por que los dos trabajábamos Temprano al otro día.

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