La cabeza de Francisca
Estaba en otra parte
No existía nada más
Que el bombardeo De sangre
En su pecho hinchado de gaviota
Gaviota blanca, que de por cierto
No mueve un solo dedo
Por el amor
La cabeza de Horacio
Estaba muerta
Él no permitía
La unión del cuerpo con el
Alma
Y tras conocer a Francisca
Decidió pegarse un tiro
Para regalarle
un Suspiro
Inmortal
No hay comentarios:
Publicar un comentario