miércoles, 24 de marzo de 2010

DOMINGO 11 de oct de 09




5:34 de la mañana. Sentado en un bar restaurante, con 6 sujetos en una mesa para 4, miraba por un espejo las tetas de una boliviana extranjera voluptuosa. Pesaba unos 80 kilos. Era morena y llevaba un escote que le alcazaba el obligo. Un sujeto coqueteaba a su lado mientras no despegaba la mirada de sus enormes senos negros. Juntos tomaban cerveza y fumaban cigarrillos de una marca desconocida, seguro tenían sida. La pareja que los acompañaba estaba conformada por un decrepito hombre canoso, y una joven que parecía estar mas interesada en su billetera que en las palabras de romanticismo que a cada rato el sujeto le parlaba entre copas y copas. Habrán tenido unos 70 y 30.
Llevábamos la cerveza numero 7 en la mesa. Uno de los sujeto me preguntaba si estaba bien.
- estoy bien- le comenté- seguido de una gran burla de toda la mesa, quienes esperaba que saliera con algún chiste idiota, de los que acostumbro hacer cuando me siento desadaptado.
Al volver la vista al espejo, me di cuenta que la pareja donde UN PAR DE TETAS COMPONÍAN el cuadro, habían desaparecido. Al volver la vista pasaban por mi izquierda , en dirección al baño. Nada podía pensar. Solo imaginar que aquél tipo ocuparía sus mamas como grandes manos masturbadoras.
De pronto un completo italiano nublo mi vista. uno de los sujetos, ebrios, se había rajado con unos bajones. Y me preguntó:
¿te comes otro completo?
Prefiero otra cerveza- le respondí.
No seas canalla , llevo 7 cervezas que nadie se toma.
Yo sí, las He bebido todas - respondí al mismo tiempo que expulsaba un erupto en la cara de Fernando, un tipo el cual estaba quedando calvo por culpa de la herencia de su abuelo.
De pronto me encontraba en un bus de Transantiago, durmiendo, al lado de un sujeto que intentaba animar a todo el bus. Con sus dotes de payaso y de humorista barato. Quizás alguno de la plaza italia. Los que me acompañaban fumaban y reían. De vez en cuando se acordaban de mi y levantaban la mirada, buscándome entre todos los borrachos que aquella hora tomaban el transporte publico. Una puerta se abrió. Nadie bajo. Un borracho que pasaba gritaba sin compasión – malditos borrachos. No son mas que viles y crueles borrachos. – al cerrarse las puertas, dos de mis acompañantes rieron denigrantemente, mientras empinaban sus botellas de cerveza , alcanzando tomar el último concho.
Sin pensarlo me baje del bus. Llevando siempre empuñado en mi mano el ultimo cigarrillo que me quedaba. Pensando que quizás nada importaba mas que caminar con aquél tabaco virgen. Una sombra enorme me seguía. Cruzaba la calle al mismo tiempo que le decía que todo iba andar bien. Al darme vueltas me di cuenta que CROSOVO se había devuelto pensando que podía quedarse en mi casa. Me dio pena, por eso lo deje alojar. Al llegar a mi habitación, me Senté y encorve mi espalda hacia la computadora. casi todas las noches lo solía hacer.

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